
Espera a que la lluvia tan fina y transparente
refleje el arcoiris que nace en la montaña,
y cuando en un instante despierte la mañana,
espera a que acaricie tu rostro suavemente.
Después calla un momento y escucharás la brisa
que toca tus cabellos y sopla en la pradera,
jugando con las hojas de aquella enredadera
que se oye como el eco lejano de tu risa.
Espera a que las horas se vayan con el tiempo,
que el viento desvanezca el ruido de la tarde,
espera a que la luna en su dorado cofre guarde
la dulce melodía que ayer canté en silencio.
Aguarda a que se oculte el sol por occidente,
que el cielo azul celeste se pinte de rosado,
y una hermosa doncella con traje nacarado
al mundo de los sueños te lleve lentamente.
Cuando la noche oscura y fría como el hielo
se vuelva tibia y suave como un manto de estrellas,
asoma a tu ventana y podrás ver desde ella
los más bellos cristales que brillan en el cielo.
Cristales que parecen pequeños duendecillos
que solamente existen en los cuentos de hadas,
moviendo con destreza sus muy frágiles alas
para llegar volando a mágicos castillos.
Después que la doncella del traje nacarado
del mundo de los sueños te traiga nuevamente,
recuerda que en el reino de todos los durmientes
tus más simples deseos se cumplen con agrado.
Y ciertamente todo cuanto has imaginado,
viajando por la noche hacia la fantasía,
nadie podrá saber si tal vez al otro día,
se haga realidad cuando hayas despertado















GRACIAS
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.


















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