
Negros corceles que vuelan
y siniestros cascos que se clavan
en las cabañas del cielo,
que en deformes llamas arden.
Un ángel agitó sus alas
sobre el laberinto de la montaña
y la madre dormida en el tiempo
creó el aliento de vida
abriendo su vientre de lava,
y los efluvios carnales paridos
se vuelven vaporosos llantos
para los nacidos mortales.















GRACIAS
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.


















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