Llega la Navidad
en los humildes hogares,
y se alegra la gente
al son de los Villancicos
y al son de dulces cantares.
Recuerdo que cuando era niño
al llegar las Navidades
las casas olían distintas.
¡Amor y pan amasaban!
Y eran por fuera un jolgorio
las callejas y las plazas,
y por dentro de las casas
era, cada rincón un altar,
en donde había de llegar,
el Jesusito, el Dios bueno,
en donde siempre había un sitio
para recibir al hermano
y sentar al forastero.
¡Cómo recuerdo esas fechas
en mi pobre hogar primero!
Y a la madre de la casa
las viandas disponiendo.
¡Las copas de sidra dulce
en las manos de la madre
eran mejor que champagnes!
¡Qué no falte nadie! Decía.
.. Que nadie falte este día.
Mi mesa de rudo pino
y mi mantel de hilo viejo
tienen, tantos y tantos recuerdos
de los que somos y fuimos.
¡Qué nadie falte a la fiesta!
Y si alguno de fuera llegara,
que ocupe el mejor sitio
de la mesa, y de la sala.
Por eso cuando llegan estas fechas
amigos... me gusta tanto.
Como símbolo de aquella mesa de pino
reunirme con mis hermanos
y el brindar con los amigos.
¡Vosotros sois partes de ellos!.















GRACIAS
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.


















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