
Despierta la bestia de mi corazón
que un día con tu amor derrotaste,
animal alimentado de todo el dolor
que al marchar en mí creaste.
Arrancaste mis ojos con frialdad
dejando en el suelo el resto de mi ser,
mordiste mis labios sin mostrar piedad
riendo el más triste perecer.
Una cruel risa se pudo oír por las esquinas
y tu aroma impregnaba la nocturna brisa
mientras la sangre caía por mis mejillas,
cuando cada parte de mi piel quedaba fría.
Desearía no haberte conocido,
no haberme entregado a tu amor;
desearía que mío nunca hubieras sido,
tal vez así aún tendría un corazón.
Todo te lo llevaste en aquel instante
en que te marchabas con el alba
girando la cabeza sólo para contemplarme,
para ver el dolor que me dejaste aquella mañana.
Cruel destino ante mí queda abierto
pues es mi último recuerdo tu figura,
sólo tu cabello que levantaba el viento,
el sonido de tacones perdidos en la negrura.















GRACIAS
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.


















No hay comentarios:
Publicar un comentario