
Ágiles sombras de vísperas salvajes,
anuncian el metálico presidio
de la lenguas hervidas en secreto
y llega, ciega, la tortura de los cuerpos
que oculta el fervor impuro
y ejecuta en silencio, las sílabas ebrias
de un exacto grito que atraviesa la razón.
Cerca del agua, la guerra,
cerca de la guerra, el exceso
y en el exceso mismo…
el dolor calcinado de unos corazones
plantados junto a las malvas.
Muere el hombre.
El universo afila sus cuchillos
e ignora la súplica de los tiempos.
.·.* ·.·
Héroes de almidón
se apiñan en simulacros
que desordenan el alma.
A pesar de no haber dormido,
las sábanas y las almohadas cóncavas
madrugan taciturnas, abasteciéndose
de juramentos y demencias.
Estrangulados músculos que dejan al desnudo
los huesos rotos de la paloma blanca,
mientras la muerte, toca con los nudillos
la ventana de la miseria.
Rituales de codicias
donde la carne, se obstina
en dormir bajo el dosel de la esperanza.
Es la guerra… y yo,
me hago cargo de todas las pesadillas.















GRACIAS
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.


















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