
En ese camino del olvido,
donde sólo había lágrimas,
encontré el nido del adios,
para dejar un alma en paz.
Esa ruta fue una hoguera,
de leña del amor pasado,
que ardió con sentimiento,
y hoy es frío sin remordimientos.
Recorrí caricias de tristezas,
destrozando alas para volar,
clavándome puñaladas y heridas,
no queriendo mi alma sanar.
Era una nube viajera,
derramando aguas tristes,
queriendo regresar el reloj,
del tiempo sin manillas.
Con cántaros de agua fresca,
mis alas heridas sané,
ese andar me llevó tiempo,
pero regresé al punto lograr.
Mi delirio es descansar,
mirar a lo lejos el cielo,
tocar mi rostro para despertar,
en el mundo que quiero disfrutar.
De tanto amar estaba pérdida,
la frescura del tiempo llegó,
ya me amarán como he amado,
llegarán unas dulces caricias,
diciéndome cuanto me ama.















GRACIAS
En mi cielo al crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma son como yo los quiero.
Eres mía, eres mía, mujer de labios dulces,
y viven en tu vida mis infinitos sueños.


















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